En una ciudad con un gran número de magníficos edificios heredados de los siglos anteriores, la Mediateca de Troyes Champagne Métropole.
Es un lugar excepcional, uno de los pocos ejemplo de arquitectura contemporánea que se pueden ver en el centro histórico.
Pero, para ser un primer intento, fue un golpe maestro, ya que los arquitectos que diseñaron el edificio recibieron por este logro el galardón «Prix de l’Equerre d’argent», la más alta distinción a la que un arquitecto puede aspirar en Francia !
Es cierto que esta obra singular contrasta con los edificios circundantes y representa un importante gesto arquitectónico. Según la propia descripción realizada por sus autores, Pierre du Besset y Dominique Lyon, la mediateca carece de fachadas, o para ser más exactos, los cuatro lados de este gran cuadrilátero de vidrio son los que sirven de fachada. La geometría del edificio es intencionalmente incierta y fluye para mantener la confusión entre interior y exterior, entre materia y color.
Porque así, la mediateca resplandece con sus tonos vivos y llenos de tonicidad. Al azul de las cristaleras responde el dorado de la rejilla que ondea en el techo, y el amarillo de la zona de paso se combina con el rosa de la escalera.
Esta rareza arquitectónica es aún más sorprendente porque alberga colecciones de obras de un clasicismo consumado. Además de los 110 000 documentos con servicio de préstamo que ofrece al público, el edificio contiene una gran sala que cuenta con unos 50 000 libros impresos procedentes de antiguas bibliotecas eclesiásticas. En concreto, se trata de manuscritos medievales de los hermanos Pithou y libros impresos de Jacques Hennequin, a quien debemos una de las primeras bibliotecas públicas abiertas en Francia en 1651… ¡en Troyes!
Entre otras joyas, la mediateca contiene también la biblioteca de los condes de Champagne, y más concretamente, la del Conde Enrique 1 de Champagne el Liberal y su mújer María de Francia. Se trata de la biblioteca más antigua conocida de un gran príncipe feudal. Es testigo del nacimiento de una cultura cortesa y caballeresca, muy popular en el siglo XII.
Pero más allá de todas estas maravillas, la Mediateca de Troyes Champagne Métropole acoge un tesoro incalculable y que forma, ni más ni menos, la primera colección medieval francesa : los fondos de manuscritos antiguos copiados y decorados en el taller de la antigua abadía de Claraval. Fue una de las bibliotecas más grandes del Occidente cristiano en la Edad Media.
De los 1790 manuscritos del siglo XV, nos llegaron 1115, y 1018 siguen siendo visibles en Troyes. Hay que añadir unos 400 incunables(1) y libros impresos que datan de principios del siglo XVI.
Este patrimonio excepcional está inscrito desde 2009 en el Registro de la Memoria del Mundo de la Unesco, al igual que por ejemplo la Declaración de los derechos humanos del hombre y del ciudadano, las películas de los hermanos Lumière o incluso los tapices de Bayeux. Un reconocimiento internacional para una importante biblioteca y con un alcance universal.
Con motivo del noveno centenario de la fundación de la abadía de Claraval, la Mediateca de Troyes Champagne Métropole creó una « biblioteca virtual de Claraval ». Su objetivo, que todos los manuscritos fuesen accesibles para todos y en todo el mundo a través de Internet, sea cual sea el lugar en el que se conservan: París, Florencia, Londres, Budapest, Mons, Montpellier, Laón y por supuesto Troyes. Esto supuso digitalizar todos estos documentos para que esta biblioteca virtual fuese una fiel réplica de los fondos de la abadía de Claraval.
En esta ocasión descubriremos que Bernardo de Clarval, fundador de la abadía del mismo nombre, impuso la monocromía y un estilo despojado a sus copistas y pergaminos, en nombre de la austeridad ideal cisterciense que prohibía las representaciones humanas o animales, así como el abuso de los colores.
¡El contraste es aún más sorprendente con el entorno moderno en el que se encuentra esta joya!
(1) Los incunables son libros impresos entre principios de la imprenta y finales del siglo XV. Los primeros hechos en Troyes datan de los años 1480, ya que la ciudad fue una de las primeras que contó con una imprenta.