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Como muchas ciudades, Troyes se construyó sobre el agua. En un principio, el agua le permitió evolucionar, y más adelante, gracias a los molinos, desarrollar la industria curtidora, papelera, tintorera y textil. El curso de agua que atraviesa la ciudad no es uno cualquiera, sino el Sena en persona, si nos atrevemos a tratarlo como los galos y los romanos, que deificaron al río y le pusieron el nombre de Sequana.

Tras varias décadas en un segundo plano, el agua recobró su protagonismo en Troyes como patrimonio fundamental y como elemento decorativo. Los muelles del antiguo canal que cruza la ciudad se convirtieron en el paseo preferido para los turistas y habitantes. ¿La explicación de este fenómeno?

Una de las orillas del canal se acondicionó para peatones y ciclistas y además, se eliminó la capa de hormigón que lo cubría parcialmente, dejando de nuevo que el agua saliese a la luz y siguiese su camino.

Bassin de la Préfecture – © Olivier Gobert

Hace años, Troyes, que era conocida como la «petite Venise», decidió recuperar sus cursos de agua, sus fuentes y sus pozos.
La ciudad, con una compleja red hidráulica repleta de compuertas, sumideros y aliviaderos, visibles u ocultos, que siguen el contorno del famoso «Bouchon de champagne«, se construyó y creció sobre un río con un nombre mágico, el Sena. Este río hace un alto en Troyes para hacer acopio del aire puro de la provincia antes de seguir su curso hacia la capital.

¿El Sena? No: los Sena. En Troyes, es posible perderse por sus brazos, derivaciones, meandros y afluentes. La «culpa» fue de los condes de Champagne que domesticaron el río dividiéndolo en varios canales para que el agua llegase al centro urbano, poder alimentar su industria y proteger la ciudad de las inundaciones y de los invasores.

Resulta curioso señalar que el nombre de la pista de patinaje «Les 3 Seine» hace referencia a las tres divisiones del río.

Antiguamente, una red de canales, arroyos, rus, canalones y travesaños cruzaban Troyes, e indudablemente le otorgaban encanto, pero hacían que la ciudad fuera insalubre y dificultaban la circulación. Aunque durante décadas hubo un gran empeño por ocultar los cursos de agua, por considerarlos nocivos, la tendencia actual de los urbanistas de Troyes es de restituir el agua, y concretamente, el Sena.

Así es como han vuelto a surgir pozos por todas las esquinas del antiguos Troyes, colocados en su lugar original, mientras que otros proyectos de renovación han incluido «láminas de agua» para dar un toque refrescante. Este es el caso del ayuntamiento o en las plazas modernas, delante de la prefectura o a los pies del campus universitario, donde la presencia del agua evoca el recuerdo del canal que pasaba por este lugar.

Cambiando de registro, se han invertido grandes cantidades para reforzar los diques que protegen Troyes del riesgo de inundaciones. Estas obras han llegado en el momento oportuno, ya que la enorme crecida de 2013 resucitó en el inconsciente colectivo las catastróficas inundaciones de 1910 y que todavía permanecen en la memoria de los parisinos.